Honor y gloria a Noel Rodríguez


Los restos del dirigente de Bandera Roja (BR), Noel Rodríguez,  fueron encontrados en un nicho sin identificar del Cementerio General del Sur en Caracas. Se aclara así uno de los casos de desaparición forzada, tortura y asesinato del gobierno del abanderado de Copei, Rafael Caldera (1969-1974).
Rodríguez, estudiante de Economía de la Universidad Central de Venezuela (UCV), fue secuestrado en junio de 1973 por una comisión de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) y “salvajemente torturado hasta su muerte”, detalló la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, en una rueda de prensa para informar sobre el hallazgo del cuerpo.
Uno de los testigos claves del caso, ex agente de la DIM, Felipe Díaz Marín, informó sobre la localización del cuerpo y señaló al jefe del organismo de inteligencia en la región del Distrito Federal, Miranda y Vargas, el coronel (hoy retirado) José Antonio Omaña Hernández, como el responsable de haber dado la orden.
Omaña Hernández, imputado desde octubre de 2012, permanece detenido en su casa y en declaraciones al diario Ciudad Caracas, afirmó: “El fiscal me preguntó por el cadáver de Noel Rodríguez. ¡Cómo yo voy a saber dónde está el cuerpo de ese joven si yo no lo conozco!”.
“El testimonio que el Ministerio Público recoge de Díaz Marín es que Omaña Hernández lo instruyó a llevar el cuerpo de Noel primero a la funeraria Virgen del Valle, ubicada en Bellas Artes, muy cerca del Hospital Luis Razzeti, en Caracas y, posteriormente, al camposanto capitalino”.
Aún no se ha precisado la fecha de la muerte de Rodríguez. Vivía en una casona ubicada en el sur del centro de la capital. “Dormía en un cuarto construido en la azotea de la morada, aislado del resto de los inquilinos”, detalló a Ciudad Caracas, un comerciante que hoy cuenta con 71 años y ocultó su identidad bajo el seudónimo de Elio.
El militante de BR fue detenido junto con otras dos personas en las cercanías del canal Venezolana de Televisión en el este de la ciudad. Uno de sus acompañantes era Humberto Sánchez Torrealba, el dueño del lugar donde se hospedaba Rodríguez y el otro un joven que actualmente, por seguridad, se identifica como José Miguel.
“Los policías nos bajaron del vehículo y requisaron de inmediato a Noel. Le sacaron de la parte de atrás del pantalón un arma y de la chaqueta una cantidad de municiones que llevaba encima”, cuenta José Miguel.
El testigo cree que fueron llevados a El Junquito. “Después de la golpiza, los tres fueron montados nuevamente en los vehículos por separado; a José Miguel lo llevaron preso al Cuartel San Carlos, y a partir de ahí perdió la pista de Noel”.
Traición y muerte
Posteriormente se supo que Sánchez Torrealba era ex agente de la Dirección General de Policía (Digepol). Así lo cuenta Chuo Villarroel, un comerciante entrevistado por Ciudad Caracas que en 1973 guardaba su mercancía en locales alquilados también por el arrendador de Rodríguez.
De acuerdo al ex jefe de Bandera Roja y ex primer comandante del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre, Carlos Betancourt, el joven de 27 años fue trasladado en julio del 73 al Comando Técnico de Operaciones de Cocollar, ubicado en el estado Sucre.
Otro ex militante de Bandera Roja, Pastor Espín, detenido en el Cocollar para la época, contó que el 27 de julio del 73 le informaron que su compañero había llegado “en muy malas condiciones”.
Los padres de Noel manejaban una información de que su hijo había muerto en Caracas el 6 de agosto de ese año por causa de las torturas que había sufrido en Cocollar, pero cuando llegaron al campamento a recoger el cadáver de su hijo no lo encontraron.
“Posteriormente, el diario regional Antorcha, que circulaba al oriente del país, tituló en una nota de contraportada, el 19 de agosto de 1973, que Noel había muerto en el campamento antiguerrillero de Cocollar”.
Los padres de Rodríguez fueron en busca del cadáver de su hijo al Comando Técnico; no lo hallaron.
Este 5 de febrero, sus restos serán entregados a sus familiares en la Asamblea Nacional.
Así eran tratados los hombres y mujeres que luchaban por un país mejor, los revolucionarios de verdad, no aquéllos que se sentaban en los cafetines a hacer revolución, y que más tarde se convirtieron en delatores y contrarrevolucionarios, sino los que dieron su vida demostrando que un mundo mejor si es posible. Da tristeza como hoy Bandera Roja está del lado de quienes asesinaron a sus militantes, de adecos, copeyanos y justicieros. Fin de mundo.
Esta historia de Noel Rodríguez reinvidica a esos revolucionarios que merecen hoy la patria que bajo el liderazgo de Chávez se construye día a día. HONOR Y GLORIA. Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos.
Con información de Ciudad Caracas
@DifundelaVerdad